miércoles, 16 de octubre de 2024

Una reflexión sobre la indecisión

 Deuteronomio 2:1-3 “Entonces nos volvimos y partimos hacia el desierto, rumbo al mar Rojo, como el SEÑOR me había dicho; y rodeamos por muchos días la región montañosa de Seír. Y el SEÑOR me habló diciendo: ‘Bastante tiempo han rodeado estos montes, diríjanse hacia el norte”.


Los montes son un símbolo de las situaciones que atraviesas, los problemas que enfrentas, las circunstancias que te rodean. Son montes altos y escarpados, el camino no está claramente definido en ellos, los días se van buscando formas de rodearlos, de seguir adelante con la rutina establecida y que parece ser tan difícil de romper.

Puede ser necesario que hayas tenido que vivir esa experiencia para que aprendieras lecciones valiosas que Dios tenía para ti, para que aprendieras a escuchar su voz guiándote en medio de ese camino que desconocías, para que reconocieras su mano librándote de peligros, para que tu fe creciera y dependieras mas de su conducción. Los montes de la vida sirven para desarrollar competencias indispensables que no se pueden adquirir en los valles. Allí se aprenden lecciones de confianza, fortaleza, se afina el carácter y se renuevan las fuerzas al respirar un aire mas puro. El monte es el mejor lugar para prepararse para la lucha.

Pero, llega un momento en la vida cuando tienes que dejar de dar vueltas alrededor de los montes y tomar una dirección. Así que, afina tu oído para que puedas escuchar la voz de Dios que te indica cuando es el momento de dejar la montaña, cuando cerrar ese ciclo de aprendizaje y preparación y abrir uno nuevo. Cuando es la hora de dirigirte hacia el norte, donde está la nueva aventura con Dios, donde pondrás en práctica aquellas habilidades que adquiriste mientras estabas en el monte.

Padre eterno, gracias por los montes de mi vida, gracias porque por escarpados que sean se que puedo contar con tu cuidado y dirección. Ayúdame a ejercitar mi fe en ti, confiar en tu conducción siempre, pero sobre todo, ayúdame a permitir que tu moldees mi vida para que puedas lograr en mi lo que quieres hacer. En el nombre de Jesús, Amén.

Soy Anna, recordándote que sea en valle o en montañas, Dios sea tu guía y sostén.

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