AMAR LO QUE HACES (VLADIMIR POLANCO)
«El Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que se había perdido» (Lucas 19: 10).
![](https://geoffneilsen.files.wordpress.com/2012/06/subchandra158x222.jpg)
¿Has
oído hablar de Subrahmanyan Chandrasekhar? Ya sé que es un nombre
difícil de pronunciar. Mejor usemos el diminutivo con el que sus amigos
solían llamarlo: Chandra. Él fue un científico y matemático indio muy
brillante. Completó su doctorado en la Universidad de Cambridge,
Inglaterra, y durante casi sesenta años fue profesor de la Universidad
de Chicago, Estados Unidos. Cuando apenas tenía diecinueve años, Chandra
calculó el valor de lo que actualmente se conoce como el límite de
Chandrasekhar. En 1983 recibió el Premio Nobel de Física por sus
investigaciones astrofísicas. Sin embargo, para lo que Chandrasekhar no
tenía límites era para compartir apasionadamente sus conocimientos
científicos.
Durante
el invierno de 1947 fue invitado a dar un seminario de Astrofísica a
ciento sesenta kilómetros de distancia de su casa en Wisconsin. Aquel
fue un invierno muy duro. Las carreteras estaban cubiertas de nieve.
Precisamente, las condiciones climáticas impidieron que muchos alumnos
se matricularan en el curso. De hecho, solo dos jóvenes se inscribieron.
¿Viajaría el doctor Chandrasekhar tan largo trayecto por solo dos
alumnos? Si. Porque él amaba lo que hacía. Cuando uno ama lo que hace,
el trabajo se convierte en una experiencia sumamente placentera. Un
elemento fundamental a la hora de elegir una carrera universitaria es
preguntarte: ¿Me gusta esa carrera? Chandra descubrió desde muy joven su
pasión por la física y se dedicó con entusiasmo a ella.
Por
esos dos alumnos, Chandrasekhar desafió el invierno e impartió su clase
con mucha profesionalidad. ¿Y qué fruto produjo? Según un artículo
publicado el 15 de julio de 1999 en el News Office de la Universidad de
Chicago, los dos alumnos fueron Chen Ning Yang y Tsung Dao Lee, los
ganadores del Premio Nobel de Física de 1957.
¿Se
imaginaba Chandra que de aquella gélida clase saldrían dos premios
nobeles? Probablemente no. Pero él cumplió con eficacia y denuedo su
labor, y el tiempo le permitió verla cosecha que generó su arduo
esfuerzo.
Este
episodio de la vida de Chandra ha de recordarnos que Jesús viajó desde
el cielo a la tierra para cumplir su pasión: salvar al perdido. Cristo
no vino a este mundo por dos personas, vino por ti. Porque, para
salvarte a ti, ¡Dios no tiene límites!
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