martes, 29 de marzo de 2016

¿Y quién podrá sufrir el tiempo de su venida? o ¿quién podrá estar cuando él se mostrará? Porque él es como fuego purificador, y como jabón de lavadores. Y sentarse ha para afinar y limpiar la plata: porque limpiará los hijos de Leví, los afinará como a oro y como a plata; y ofrecerán a Jehová ofrenda con justicia. (Mal. 3:2-3)
Entre el pueblo de Dios se está verificando un proceso de refinamiento y purificación;
el Señor de los ejércitos se ha empeñado en esta obra. Este proceso es muy doloroso para el
alma, sin embargo, es necesario realizarlo para eliminar la impureza. Las pruebas son
indispensables pues nos atraen más cerca de nuestro Padre celestial, sometiéndonos a su
voluntad, y permitiéndonos ofrecer al Señor una ofrenda en justicia… Dios coloca a sus
hijos en la misma situación una vez tras otra, aumentando la aflicción hasta que la mente se
hinche de perfecta humildad, y el carácter se transforma; entonces triunfan aquéllos sobre el
yo, de acuerdo con Cristo y el Espíritu de los cielos. No se puede efectuar sin sufrimiento la
purificación del pueblo de Dios… El nos lleva de un horno a otro, para probar nuestro valor
genuino. La verdadera virtud está en someterse a la prueba. Si nos mostramos renuentes a
la obra escrutadora del Señor, estamos en peligro…
Dada su misericordia, el Señor revela a los hombres sus defectos ocultos. El quiere
que los seres humanos examinen con espíritu crítico las complejas emociones y móviles de
su propio corazón, y disciernan lo que está mal, modifiquen su manera de ser y refinen sus
modales. Dios anhela que sus siervos conozcan su propio corazón. Para que éstos puedan
darse cuenta a ciencia cierta de su situación, el Señor permite que se vean sometidos al
fuego de la aflicción, y así se purifiquen. Las pruebas de la vida son los divinos artesanos
destinados a eliminar las impurezas, debilidades y asperezas de nuestro carácter, con el
propósito de prepararnos para gozar de la sociedad de los purísimos ángeles celestiales en
gloria… El fuego no nos consumirá, sino que eliminará la escoria y saldremos purificados
siete veces, ostentando el sello de la Divinidad. (RH, 10-04-1894)
 Devocional Vespertino “Mi Vida Hoy” Por: Elena G. de White

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