“El precio de cualquier cosa es la cantidad de vida que tu das a cambio” Thoreau
Precios. Costos. Inversión. Ganancias.
Perdidas.
Vivimos en un mundo donde todo tiene un
precio, no hay nada gratis. Desde la comida, el conocimiento, los servicios y
pasando por cosas en las que ni siquiera pensaríamos, hay que pagar para
obtener lo que queremos tener. Eso es algo que tenemos claro en nuestras
mentes, que solo dando algo obtendremos el bien que necesitamos.
Sin embargo, hay un precio que muchas veces
no se calcula, porque luchando por conseguir los bienes materiales o
inmateriales, estamos dando a cambio no solo un pago monetario, sino que
estamos dando algo más. Y muchas veces hacemos ese cambio sin pensar en lo que
estamos haciendo. Simplemente hacemos el cálculo de lo que costará
monetariamente, vemos el tiempo que nos tomará lograrlo y luego realizamos la
inversión. Pero, realmente lo que estamos invirtiendo es nuestra vida. Tiempo
que no vuelve atrás, decisiones que no podemos devolver, energía gastada,
situaciones que no podemos borrar de nuestra mente. Personas a las que hemos
hecho daño ya sea por ignorancia o a propósito. La salud que se pierde muchas
veces de forma irreparable. La familia y amigos que se dejan de lado porque
tenemos metas que alcanzar y siempre pensamos que podemos explicar y que ellos
entenderán, pero sobre todo que todo seguirá igual a como está en nuestra
mente. La relación con Dios, que no se cultiva adecuadamente, y que la dejamos
tan solo en una oración apresurada cuando estamos en necesidad. Actos de bondad
que dejamos de lado porque requieren de una inversión de tiempo, dinero y
esfuerzo del que no disponemos.
Pues, ¿de qué le sirve
al hombre si gana el mundo entero y pierde su vida? ¿O qué dará el hombre en
rescate por su vida? Mateo 16 26.
Saber vivir es saber tomar decisiones.
Porque al final, más que el dinero u otros recursos invertidos, lo que se está
gastando es la vida. Así que respondamos con sinceridad: ¿Por qué cosas estamos
cambiando nuestra vida? ¿Vale la pena el sacrificio?
Dios eterno, te agradezco porque me has
creado de forma maravillosa. Ayúdame a comprender esta verdad y a valorarme a
mi y a los que me rodean como tu deseas que lo haga. Que busque relacionarme
contigo por encima de todo, sabiendo que una vida sin Tu presencia está vacía,
aunque tenga muchas cosas. Gracias porque me amas y has hecho lo imposible por
salvarme. En el nombre de Jesús, Amén.
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